BELEN, Cisjordania.- En un hecho inesperado que no estaba en su agenda, el papa Francisco colocó hoy su mano sobre el cemento y bajó la cabeza para rezar durante varios minutos en el muro levantado por Israel en Cisjordania.
El polémico muro es un doloroso testimonio del conflicto en Cercano Oriente: una defensa para evitar los ataques suicidas y de otro tipo para los israelíes, y un símbolo de opresión para los palestinos.
"Santo padre, necesitamos a alguien que hable sobre la justicia. Belén se parece al gueto de Varsovia", decía una frase pintada en letras negras, en inglés, en el lugar donde se detuvo el papa.
El desvío no exento de riesgo junto a un puesto de control israelí en la valla junto a la Tumba de Raquel, a las afueras de Belén, se produjo después de que el sábado hubiese allí una explosión, confirmó una portavoz militar israelí en Tel Aviv. Las tropas registraron el rea el sábado sin encontrar nada, detalló DPA.
El cruce estaba cerrado y el camino rodeado de fuerzas de seguridad palestinas cuando el religioso, de 77 años, se acercó en un papamóvil blanco y abierto, porque no quería poner barreras entre él y los fieles que lo celebraban en la ciudad donde, según la Biblia, nació Jesucristo.
"Siempre decimos que el papa quiere conocer el sufrimiento de la gente y al ir al muro y rezar junto a él, de algún modo él estaba viviendo ese sufrimiento", dijo el padre católico Jamal Khader, un cura palestino que había llegado desde Zababdeh, un pueblo en el norte de Cisjordania.
El hecho de comer con familias palestinas que luchan por sobrevivir y de que visite el campamento de refugiados de Deheisheh, cerca de Belén, son signos de que quiere saber más sobre la ocupación bajo la que sufren los palestinos, añadió.
Poco después de llegar en helicóptero desde Jordania, el líder espiritual de los 1.200 millones de católicos del mundo pidió que israelíes y palestinos hagan "sacrificios" para superar la actual crisis en el proceso de paz, ya que la situación es cada vez más "inaceptable".